Daniel Rojas Cuchigay*
Los sucesos y
reflexiones que surgen en torno a un paro de maestros no dejan de evidenciar lo
importante que es este sector para la sociedad; pues se trata, nada más y nada menos
que del gremio de personas que se encargan de la educación de las sucesivas y
cambiantes generaciones de ésta. Su papel es primario en el proceso de
aprendizaje de los estudiantes; proceso en el cual se transmiten no solo
conocimientos científicos y sociales, sino también de ciudadanía, entre otros
que resultan elementales para la buena interacción individuo-sociedad.
El paro de maestros del sector público, del cual fue testigo el país
hace menos de un mes, radica su importancia en que afecta a casi nueve millones
de niños de todo el territorio nacional, de cuya educación depende en gran
medida las condiciones sociales y económicas a las que se enfrentarán en las
próximas décadas. La inconformidad de los maestros pudo haberse debido a
múltiples factores, no obstante, el ente encargado de darles el salario y
brindarles las condiciones laborales de los mismos, el Estado, es al que se le debe gran parte de la culpa.
Este Estado, cuyo Gobierno propugna la doctrina neoliberal en sus
decisiones de política económica, no es más que el resultado de muchos años de
transformaciones sucesivas y graduales; transformaciones que comenzaron a
partir de los años 60’s. En estos años se comenzó una etapa de descentralización
del poder central[1],
con una pequeña interrupción en los años 70, pero que luego igual continuó,
además, afianzada, por la constituyente de 1991.
En las pretensiones de las políticas neoliberales se establece que
debe haber una reducida participación del
gobierno en la economía; se reduce, así mismo, la concepción de actividad
económica a todo aquello que se transe en el mercado, y de esta manera, se
deriva la conclusión de que toda actividad económica en la que haya oferta y
demanda, tiene que ser regulada única y exclusivamente por éste, sin
intervención o regulación alguna por ninguna entidad.
Es ya bien sabido, por diversas investigaciones que se han hecho en
diversos campos de estudio de la economía, como el crecimiento económico, la
desigualdad y la transición social, que la educación es un elemento fundamental
en todos estos fenómenos, y por ello, no se puede escatimar sobre su
importancia y la forma en que cómo ésta se implementará en la sociedad.
No obstante, en
el actual Gobierno, y acorde con estas políticas neoliberales ya mencionadas,
se pretende que el brazo público de la educación, pase, con el tiempo, a ser
privado. Por ello se han emprendido unas reformas las cuales, gradualmente han
desentendido al Estado de varias de sus responsabilidades en este sector. Como
por ejemplo, la seguridad social de los maestros, entre otros problemas que
quedaron bien expuestos en el pliego de peticiones que éstos hicieron.
Lejos de
simplemente pedir aumento salarial, los maestros, organizados en el sindicato
FECODE (Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación), pedían mejoras
en otros aspectos económicos, de prestaciones sociales, de salud, de bienestar,
de carrera docente, (diferentes incentivos como asensos), e incluso cambios en la política educativa a
nivel gubernamental.
Pero lamentablemente, la discusión que se dio en torno a este pliego,
pasó por alto la gran mayoría de las peticiones y con un aumento general en el
salario del 12%, el gobierno logró que FECODE levantara el paro y siguiera
negociando el resto de las peticiones con la desventaja obvia de no poder
recurrir a ese mecanismo para hacerle presión política.
Tal
aumento fue una solución positiva, si es que lo único que se busca es un
aumento de sueldo para los profesores, sin embargo, lo que en estos momentos ha
quedado del pliego de peticiones esperando a una solución es algo mucho más
fundamental e importante para la educación colombiana como tal.
Los resultados
de la negociación parcial fueron, en rasgos generales, los siguientes:
·
En lo que respecta a la petición de ‘Carrera Docente’: un estímulo
económico a profesores con una antigüedad mayor a los 20 años, del 10% a partir
de 2016, y de 15% a partir de 2017.[2]
·
Un aumento general del sueldo del 12%.
·
La estipulación de nuevos métodos para implementar los asensos de los
docentes, el cual ahora tendrá la oportunidad de ser evaluado por un ‘par
académico’ y en caso de no pasar el examen requerido para el ascenso, podrá
cursar un curso en alguna universidad (que falta por definir), para así lograr
ser ascendido.
De este modo,
se dejaron por fuera y hasta el momento no se ha avanzado mucho en su
discusión, los puntos de bienestar, prestacional y salud, y política educativa.
Esta última, tratada desde la perspectiva de los profesores, es imprescindible,
pues de ella depende la forma en como se impartirá la enseñanza. No es claro
hasta el momento si las negociaciones vayan a ser ventajosas para las propuestas
de los profesores. La discusión se restringió sobre todo al tema salarial; aquí
el Gobierno cedió solo 2% más allá de sus propuesta inicial (de 10% que al
principio puso como monto a negociar en la mesa, se terminó acordando un 12%).
Hay que recordar
que el Gobierno accedió a esto luego de que la ministra de educación, Gina
Parody, hubiera amenazado con hacer descuento del salario a los trabajadores
implicados y no negociar mientras hubiera paro. De lo anterior, podría surgir
la pregunta: los profesores, siendo parte esencial de la educación, ¿qué tanta
relevancia tienen en el planteamiento de políticas públicas de educación por
parte del Gobierno?
En el Plan
Nacional de Desarrollo 2014-2018 (PND), el gobierno plantea, a partir de unos
objetivos, las políticas que implementará encaminadas a la situación de los
profesores:”…uno
de los principales determinantes de los procesos de aprendizaje y del desempeño
de los estudiantes es el nivel y la calidad de la formación docente y las
prácticas pedagógicas empleadas en el aula. Por esta razón, adicional a los
esfuerzos realizados por mejorar la calidad de la educación en el cuatrienio
pasado con la implementación del Programa Todos a Aprender, se establece la
excelencia docente como línea estratégica para la actual política educativa.
Este enfoque
sistémico implica adelantar iniciativas que cubran toda la ruta de la docencia,
así: i) Atracción […]; ii) Formación previa al servicio […]; iii) Admisión […];
iv)Inducción […]; v) Formación en servicio (otorgamiento de becas para
programas de pregrado a docentes ya nombrados, esquemas y programas de
formación docente virtuales y fortalecimiento de las estrategias de formación
situada; vi) Ascenso y reubicación (optimización del proceso requerido para que
los docentes del Estatuto 1278 puedan ascender y reubicarse dentro del
escalafón; y vii) retiro (búsqueda de estrategias diferenciadas para aquellos
que estén interesados en retiros voluntarios anticipados). Adicionalmente, se
buscará una mejora en el salario de vinculación de los docentes y una
nivelación con las profesionales con alta remuneración.”[3]
Como se ve, el
Plan, en lo que respecta a profesores, básicamente va dirigido a la
cualificación de los maestros, una nivelación salarial, y un mecanismo
diferente de ascenso. Precisamente estos últimos puntos, fueron abordados en el
pliego de peticiones de FECODE. Sin embargo, y queda para la reflexión, las
políticas, como acabamos de ver en el primero, están vagamente planteadas,
revelando una ignorancia o indiferencia por parte del Gobierno ante este tema;
cosa que probablemente, y como ha pasado, se refleje en una regular o mala
ejecución de estas propuestas. En otros puntos del Plan (como políticas para
fomentar la minería, o la implementación de la paz), la ejecución es tratada
con mayor detalle, quizá porque dichas políticas son insignia de éste, y por lo
tanto, sí tendrán una excelente ejecución.
Retomando la
pregunta: los profesores,
siendo parte esencial de la educación ¿qué tanta relevancia tienen en el
planteamiento de políticas públicas de educación por parte del Gobierno?; en el
plan se evidencia que las políticas no se encaminaron al mejoramiento de la
educación con la perspectiva de que es un elemento del desarrollo, de la
movilidad social, u otros.
Actualmente, y como es bien sabido, el
Gobierno está haciendo negociaciones para ingresar a la OCDE (Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico); estas políticas se ven más
encaminadas a mejorar ciertos índices (como No. De horas en clase,
cualificación docente, No. De programas extracurriculares, entre otros) que son
requisito para entrar a dicha organización[4].
Los motivos políticos para que el Gobierno quiera llevar
a Colombia a la OCDE, no están al alcance de este artículo, no obstante, cabe
resaltar que, muy de la mano de la creciente adopción de políticas neoliberales
por parte del Gobierno, se encuentra la inserción de un país subdesarrollado como
el nuestro, al área de influencia política y económica de potencias mundiales,
como lo son los miembros actuales de esa organización.
Pero,
independientemente del trasfondo, la posible validez y efectividad de las
políticas que se piensan implementar como garantes del mejoramiento de la
enseñanza, también queda en entre dicho. Si miramos el estudio realizado por el Programa de Promoción de la
Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL)[5], el aumento salario de los
profesores no es un determinante de la calidad de la enseñanza, ya que no se
encontraron relaciones visibles entre las dos variables, luego de dos estudios
hechos en varios países de Latinoamérica. No obstante, en instituciones
educativas privadas, donde generalmente los resultados muestran que la calidad
de la enseñanza es mejor, los profesores, aunque mejor pagados, no manifestaron
que gracias a este factor, ellos se sintieran más a gusto en su trabajo, sino
que se lo debían a mejores condiciones laborales (mejores prestaciones sociales
y de salud, mayor estabilidad laboral, etc).
Si seguimos la
idea anterior, las políticas de mejoramiento de la educación que toquen el
ámbito docente, deberían enfocarse en este factor: Unas mejores condiciones
laborales, de salud, sociales, entre otros, que precisamente se ven reflejadas
como peticiones en el pliego de FECODE, más no en los proyectos del PND, y así
mismo tampoco en los resultados parciales de la negociación que dio fin al
paro; que a fin de cuentas, resulta ser otro síntoma más de la misma
enfermedad que ha afectado a diversos sectores sociales de Colombia como la
Salud, las Pensiones, etc., por un lado; y diversos sectores de la economía,
como la agricultura, la minería o la industria por el otro; así como también el
medio ambiente: Una deficiente labor del Gobierno Central a la hora de
solucionar estos problemas y conflictos. Y en tanto que no resuelva esos
conflictos, los paros, huelgas, y otras formas de lucha social, seguirán
ocurriendo una y otra vez, mostrando la crisis en que esta enfermedad ha sumido
al país.
[1]
Castro, B., (2009) La sociedad
colombiana, cifras y tendencias. Santiago de Cali: Programa editorial de la
Universidad del Valle, p. 281
[2] Debates económicos. Presentación: Camilo
Rodríguez y Kenneth Jamieson. UN Radio, 2015.
[3]
Departamento Nacional de Planeación (2014) Bases del Plan Nacional de
Desarrollo 2014-2018. p. 76. Disponible en:
[4] Tenjo,
Y., Rojas, D., Educación en el PND: Mono
vestido de seda. [En línea]. Colectivo de Economía. Universidad Nacional de
Colombia. 2015. [Fecha de consulta: 21 Mayo 2015]. Disponible en:
[5] De
Moura, C. & Loschpe, G. (2007) PREAL La
remuneración de los maestros en América Latina: ¿Es baja? ¿Afecta la calidad de
la enseñanza? (37), 5-19
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