miércoles, 20 de marzo de 2013

Disertación sobre la participación de la mujer en el mercado laboral colombiano.


Pedro Florián*

Tomado de CONtexto ganadero
América Latina ha sido conocida como uno de los territorios con mayores tasas de maltrato a las mujeres y violencia doméstica, acompañado de esto se ha caracterizado por una idiosincrasia profundamente machista, que ha marcado el proceso histórico de estas en distintas formas. No obstante la participación dentro de las tasas de empleo muestra una imagen distinta.


 En primer lugar, las tasas de participación de las mujeres  han venido con un aumento pequeño y constante que le ha dado un lugar cercano al 50%, además, es de tener en cuenta que cerca de la mitad de la población total colombiana pertenece a este sexo; por otro lado, no se puede ocultar que las condiciones laborales, no sólo para las mismas sino para los hombres y personas de otros géneros han mejorado considerablemente (entendido esto en términos absolutos y no con categorías relativas, ya que estas muestran una tendencia totalmente diferente, además omitiendo todos los problemas que han enfrentado los sindicatos en Colombia y los  problemas que afrontan personas de diversidad sexual).

Tal como lo mencionan Baldion y Sarmiento (2003) la introducción oficial de la mujer en el mercado laboral cambio todo el panorama del trabajo asalariado en Colombia, aumentando su participación en 1978 hasta en 2%, cosa que es relevante siendo todo un escenario de participación que no evolucionaba de ninguna u otra forma, aquí vienen explicaciones sobre el tema, tales como, el que las mujeres de una u otra forma si trabajaban, sólo que sus derechos no se reconocían oficialmente, debido, también, al constante problema del no reconocimiento de la labor de las mujeres campesinas y las amas de casa, entre otros.

Tomado de  MI VOZ COLOMBIA
Éste último punto  sobre las campesinas y las amas de casa es sin duda el más importante de la concepción del mercado laboral femenino en Colombia, pues a discusión de muchos y muchas feministas, el trabajo de las mujeres (campesinas o no) en el hogar no es reconocido como una labor más, cuando debería ser  remunerada. Existen varios argumentos para decir que el trabajo de ama de casa debería ser reconocido como tal, uno de los más importante es que per se el cuidado de niños y la preparación de alimentos, son labores de arduo trabajo y empeño de tiempo. El problema ocurre  cuando estas labores  se consideran “naturales” del desempeño de las mujeres, es decir, así como no se le paga a las plantas por hacer fotosíntesis, por qué ha de pagársele a las mujeres por trabajar en el hogar, esta concepción es superficial, errónea y más si se considera que los trabajos de contrato público o privados relacionados a la organización, la limpieza, la preparación de comidas y el cuidado son efectuados en su mayoría  por mujeres.

Es importante recalcar, las labores de las mujeres que integran la población colombiana suelen ser redondeadas por estos oficios, lo que está estrechamente relacionado con desarrollo histórico machista que se mencionó en un principio y que ha condicionado  estas al desempeño de este tipo de  labores; cabe anotar, aunque se hable de políticas incluyentes hacia la mujer en contextos tales como la política y labores que en principio “no son femeninas”, se hace referencia a mujeres de clase media-alta que lograron el acceso a educación superior y la superaron con éxito (es decir sin deserción), de las cuales más del 50% sobreviven al décimo semestre mientras que las mujeres que proceden de familias con ingresos menores a 2 salarios mínimos no alcanzan el 40%[1] comparado esto con la gran cantidad de mujeres que se rinden ante un sistema económico que las condiciona para prestar servicios y rara vez o nunca para jugar papeles de participación y cambio en el mismo[2].

En conclusión, entre la evolución de la participación de las mujeres colombianas en el mercado laboral y una verdadera caracterización del género, existe aún un largo trecho, para hablar de equidad. Puesto que, si la participación ha aumentado, sigue siendo en los mismos sectores que han marcado las concepciones machistas del país, ciencias médicas, modelaje, aseo, secretariado, belleza, estética, ventas[3], etc. Cuando la distribución de participación de las mujeres en la totalidad de sectores de la economía tenga una relación equitativa (no es hablar de un estricto 50-50) será plausible concluir  un verdadero cambio y aumento de la participación de la mujer en el mercado laboral.

*Miembro del Colectivo de Economía  Estudiante de Economía  FCE, Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá.

[1]Construido con base en “Educacion Superior, Boletin N°14 febrero del 2010” http://www.mineducacion.gov.co/sistemasdeinformacion/1735/articles-254702_boletin_14.pdf
[2] Los datos que arroja la Encuesta Nacional de Demografía y Salud(ENDS) del 2010 la mayor proporción de mujeres que trabajan solo poseen estudios de secundaria sin completar.
[3] Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud que realiza Profamilia “Las ventas son la principal fuente de empleo de las mujeres, independientemente de su nivel de riqueza y grado de educación”.

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